EL DIARIO DE CARLA DIORO – CAPITULO 8
28 marzo
Había amanecido un nuevo día, no
tan soleado. Días de luces y sombras, como Carla les solía llamar. Aunque el
día de hoy, para ella tendría más sombras que luces. Había pasado mala noche,
le costó conciliar el sueño. Una que otra pesadilla asomaban entre sus sueños.
Un revoltijo de sentimientos le habían despertado aquel sábado de
confinamiento.
Querida Ana,
He tenido uno de esos días
raros. Uno de esos en los que las mujeres experimentamos una montaña rusa de
emociones. Días en los que no vemos las cosas claras y nos rondan miles de
ideas en la cabeza. Supongo que será por la mala noche que he pasado…
Ayer te hablé de mi abuela
Amalia y, mirando la foto que ayer me mandó Clara de las niñas haciendo una de
sus trastadas, recordé que en mi familia tenemos una extraña tradición de poner
nombres de escritura o sonoridad similar. Todo viene desde la bisabuela Luisa.
Llamó a mi abuela Amalia y el resto de sus hijos se llamaban Amelia, Emilia y
Emilio. Mi abuela decía que era por aquello de que llamabas a uno y aparecían
todos a la vez. Mi abuela, a su vez, llamó a sus hijos Alejo, Aleix y Alexia,
todos empezaban por A. Se podría decir que mi abuela era la versión Kardashian
(una familia muy famosa de Estados Unidos) a la española. Mi madre, Alexia,
cortó la tradición de la inicial, pero continuó con el cachondeo de los nombres:
Carlos, Carla y Clara. Siempre le he preguntado a mi madre que hubiese pasado de haber tenido más hijos, y ella respondía lo mismo:
— Ay hija, pues Carol si es niña y Carles si es niño, y si no siempre se pueden ir cambiando letras.. —No podemos negar que creatividad no falta en mi familia.
Mi hermana Clara decidió
seguir con la tradición familiar, aunque sólo siguió con ella por hacer de
rabiar a Olga, su mujer (te parecerá asombroso, pero afortunadamente hoy día
las personas se pueden casar con quien quieren sin importar su sexo y tener
hijos gracias a los avances médicos). A Olga le parecía una tradición estúpida,
pero ese fue el trato al que llegaron ambas, Clara escogería un nombre y ella
otro. Me parece un trato justo. Y así surgieron las pequeñas Alba y Elba. Te podrás
imaginar cual de los dos fue el nombre que escogió Clara…
Hasta mañana,
Carla Dioro.
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