EL DIARIO DE CARLA DIORO – CAPITULO 2

22 marzo



Tras firmar el libro, Carla se puso como loca a buscar entre sus cosas. En el fondo del último de sus cajones encontró un viejo cuaderno. Era bastante feo, de los de propaganda de alguna marca sin importancia que años atrás le había regalado su abuelo para garabatear y tenerla entretenida un rato. Lo abrió y bolígrafo en mano se dispuso a escribir, pero no sabía por dónde empezar.
¿Qué contar? Vivía sola y no tenía historias trepidantes o interesantes. ¿Qué contaría entonces? o mejor dicho ¿a quién?

Domingo, 22 de marzo de 2020

Querida Ana,
No tengo muy claro lo que te gustaría saber o, mejor dicho, lo que me gustaría contar. Creo que comenzaré por contarte un poco mi contexto así, si de ahora en adelante mi relato pierde el sentido, podrás justificarme de algún modo.
Hoy hace más de una semana que el presidente del gobierno declaró estado de alarma en España, nadie tiene muy claro lo que ello implica. Aunque lo que sí tenemos claro, al menos yo, es que debemos quedarnos en casa e intentar, en la medida de lo posible, no salir salvo caso de urgencia o con algunas excepciones. Todo en la vida tiene sus excepciones…
¿Son buenas las excepciones? Te preguntarás. Supongo que como todo en la vida. <<Lo poquito gusta y lo mucho cansa>> diría el yayo. Por cierto, el yayo es mi abuelo, bueno era porque ya murió…
Bueno a ver, que me centro. Las excepciones debe haberlas, pero en su justa medida. En este caso, aunque la gente no debe salir, a según qué horas y en según qué sitios, el mundo no parece haberse detenido. Hay más personas de las necesarias obligadas a trabajar. Pero, afortunadamente, yo no soy la encargada de tomar estas decisiones, ¿te imaginas? ¡Qué marrón!
Bueno <<marrón>> en este caso no hace referencia al color, sino mas bien es una forma que tenemos ahora de decir <<problemas>>.

En ese instante Carla dejó de escribir, revisó su última frase y soltó el bolígrafo. Comenzó a frotarse la cabeza pensando que había perdido la coherencia en el relato mucho antes de lo esperado. Empezó a pensar en cómo ella estaba perdiendo la cordura por en encierro y en cómo le estaba explicando a nadie el significado de una expresión. Se preguntaba cómo Ana había conseguido pasar dos años de su vida encerrada entre cuatro paredes, sobreponiéndose al día a día y viviendo su vida. ¿Por qué no voy a poder hacer lo mismo?  Pensó.

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