Como última publicación del año, apenas a unos minutos de despedir este 2016, os cuento lo que hicimos en la última clase...
Madrid, 5:30 de la tarde en
Tabacalera, una antigua fábrica de tabacos de Madrid, que ahora lucha por
promover el arte. Habíamos quedado en embajadores, pero como la profesora no
llegaba, la impaciencia de algunos pudo y entramos antes a dar un paseo, lo
primero que vemos es una puerta transparente bastante moderna que al cruzarla
te das cuenta del contraste de estilos, ya que el interior tiene un aire de
fábrica antigua, aunque se nota que ha sido actualizada un poco sin perder la
esencia. Ya el sitio, bajo mi humilde opinión nos habla de la exposición que
vamos a ver, una visión fantástica y moderna, pero con un tratamiento
“vintage”.
La primera sala, una habitación
muy grande con solo una fotografía al fondo (su fotografía principal de la
colección), pensaba que me había confundido de edificio, pero no, ya que tras
ella se encuentran largos pasillos llenos de fotografías diversas con un estilo
común, el tratamiento de las mismas. Pero primero quiero contaros quien es el
autor de las fotografías que a mí me dejaron con un sabor de boca ni bueno ni
malo, sólo raro.
Juan Manuel Castro Prieto, fotógrafo
español que realizó sus primeras fotografías en Cespedosa de Tormes, un municipio
español de la provincia de Salamanca, en la comunidad autónoma de Castilla y
León. Se integra dentro de la comarca de Guijuelo y la subcomarca del Alto
Tormes; es el pueblo de los antepasados del fotógrafo y el eje de su referencia
sentimental.
A lo largo de cuatro décadas, el
fotógrafo ha construido con sus imágenes todo un recorrido por su memoria y
sueños, un discurso situado en la frontera entre el contenido y la forma, la
razón y los sueños, la intuición y la técnica; mezclando la inspiración que le
daba su pueblo con las técnicas aprendidas, siempre con su toque mágico que
abre la mente del espectador a la interpretación personal.
En definitiva, es una exposición
que nos habla de lo íntimo del fotógrafo, lo que verdaderamente le importa
fuera de modas o estilos, sin más, la visión del autor.
Es quizás esa forma que él tiene
de ver la fantasía lo que menos me ha gustado, o quizás solo fue el contraste
que tiene con el tratamiento de la propia fotografía. Dentro de las fotografías
que menos me gustaron fueron estas:
Aunque sin duda lo que menos me
gustó de toda la exposición, es una de las salas de proyección, no estuve mucho tiempo por el miedo que daba, ya que había una voz bastante
temerosa, así que me tuve que salir enseguida.
Dentro de las fotografías que más
me han gustado se encuentran las composiciones fotográficas que nos encontramos
en el primer pasillo, donde no solo hay trípticos sino composiciones formadas
por más fotografías. Igual que el negativo que había en una de las pantallas de
el con su cámara.
"Macho procreador" 1995 |
Algo que no entendí de este fotógrafo es el nombre que le daba a sus fotografías, ya que algunos títulos no me pegaban mucho con la foto en sí, como es el caso de la composición anterior.
Cada pasillo representa, según yo
entendí un sueño o una forma distinta de ver las cosas, ya que empezamos con un
ambiente rural y acabamos en un mundo más mágico, además de ser un recorrido por las diferentes etapas que ha
tenido a lo largo de su vida fotográfica.
Al terminar, dimos un pequeño
paseo hasta la Sala Picasso, dentro del Circulo de Bellas Artes, en la calle Alcalá,
donde vimos una exposición en color del famoso fotógrafo Robert Capa, nombre
que nació como el seudónimo de tres fotógrafos que finalmente se quedó Endré
Frieddman, un fotógrafo húngaro que dedicó muchos años de su carrera fotográfica
a retratar los estragos que causaron guerras, entre ellas: la Guerra Civil
española, o la Segunda Guerra Mundial, entre otras.
Pero hoy hemos visto otro lado de Robert Capa, uno en color, donde no se nos muestra un mundo en lucha constante por destruirse, sino diferentes ambientes y momentos alegres, así como a los grandes artistas de la época dorada del cine, sin duda fue esa sección la que más me gustó.
Pero hoy hemos visto otro lado de Robert Capa, uno en color, donde no se nos muestra un mundo en lucha constante por destruirse, sino diferentes ambientes y momentos alegres, así como a los grandes artistas de la época dorada del cine, sin duda fue esa sección la que más me gustó.
Rodaje de la película Moulin Rouge, Londres 1952 |
Esta es mi preferida de todas, no por la fotografía en sí, que también, sino porque es el rodaje de la versión anterior de una de mis películas favoritas, "Moulin Rouge", además los colores de la fotografía y la división de la fotografía me parece que representa muy bien la historia de la película. El formato cuadrado dominaba la sala, las luces me parece que crean una dirección visual, reforzada por las miradas de los caballeros que nos llevan a la bailarina, las enaguas y los bajos del vestido de la chica me parece que contrasta el resto de la fotografía, además de ser un punto de atención. La fotografía no tenía titulo en sí, sino una breve explicación de la fotografía, ademas de las dimensiones de la misma.
Algo que también me gustó mucho, más incluso que las fotografías, fueron los recortes de prensa, y grafismos realizados con fotografías de el fotógrafo.
Dentro de las fotografías que
menos me gustaron de esta exposición fueron esos generales campestres, porque
me parece que está un poco más alejado del estilo al que nos tiene
acostumbrado, aunque en este caso si nos encontramos en una sala más típica de
exposiciones con paredes y suelos neutros y claros que no distraen la vista de
las fotografías como me pasó en tabacalera que me gustó más el lugar en sí que
las fotografías.
También me llamaron la atención algunas fotografías publicitarias, que igual no tenían esa intención, pero que nos acerca con ello a como era la publicidad de la época.
También me llamaron la atención algunas fotografías publicitarias, que igual no tenían esa intención, pero que nos acerca con ello a como era la publicidad de la época.
Por último, ya que nos
encontramos en esa maravillosa localización de Madrid, aprovechamos y nos
subimos a la azotea del edificio para tomar algunas fotografías y practicar una
técnica que habíamos aprendido hacia poco, el bockeh, es un concepto japonés que
hace alusión al desenfoque, es una técnica que consiste en formar figuras geométricas
con los puntos luminosos mediante el desenfoque, para ello podemos jugar con el
diafragma, la distancia con el sujeto u objeto a fotografiar, en conclusión,
disminuir la profundidad de campo. Os dejo con algunas de las fotografías que
realice ese día.
<< No basta con tener talento, también hay que ser húngaro >> Robert Capa